Uno de los mayores logros de la ciencia moderna ha sido descubrir que la mente y el cuerpo no son cosas separadas e independientes, el poder curativo de la mente nos enseña que la imaginación, el deseo, el poder de la sugestión, la influencia psíquica y la eliminación de las limitaciones, son herramientras valiosas para aumentar al máximo nuestra capacidad innata de autocuración. Y la medicina occidental, que ha seguido sus pasos, se ha equivocado también al dejar de lado la importancia del estado mental de los pacientes a la hora de evaluar su estado de salud, un análisis de más de cien estudios que relacionan las emociones y la salud aporta una prueba de la estrecha relación entre la mente y el cuerpo: la gente que padece algún malestar crónico (que está ansiosa y preocupada, deprimida y pesimista, o enojada y hostil) tiene el doble de posibilidades de padecer alguna enfermedad grave en el futuro.