Una mosca azulada volaba en el cuarto. Se acercaba a la ventana y creyéndola sin vidrio chocaba contra él. Miles de veces chocó y después de cada uno de ellos cayó «inconsciente» al suelo. Poco a poco se dio cuenta de que había algo muy misterioso que le impedía alcanzar el exterior. La mosca azulada empezó a buscar un agujero en el cuarto.
Un día que volaba cerca del techo, se posó en la lámpara y al recorrerla sintió un orificio. Con mucho cuidado introdujo su cabeza en el mismo. Una brisa fresca y húmeda golpeó sus ojos compuestos.
Pensó unos minutos si se atrevería a penetrar y, decidiéndose a hacerlo, dobló su cuerpo y pasó las alas al otro lado. El orificio se ensanchaba a cada paso, en el fondo se alcanzaba a percibir una débil lucecilla que centelleaba.
La posibilidad de verse libre de la ventana y de las paredes del cuarto fortaleció sus impulsos. Agitó las alas y se preparó a acercarse a la luz. No podía volar pues había gran peligro de chocar contra alguna saliente inesperada, así que optó por caminar. Durante horas avanzó de milímetro en milímetro, hasta que, completamente agotada, se echó a dormir.
A la mañana siguiente estaba cerca de la luz, la cual pasaba a través de un agujero del tamaño de un alfiler. Sus alas se iluminaron y sus ojos brillaron en cientos de facetas. Buscó a su alrededor y, al no encontrar herramienta alguna, comenzó a rascar los bordes del orificio utilizando las patas delanteras y la boca. Casi no tenía fuerzas, pero la perspectiva de salir era tan llamativa y hermosa que continuó trabajando.
Después de tres días, el orificio ya era lo suficientemente grande como para permitirle pasar, pero previendo algún roce infortunado, primero se lamió las alas y el cuerpo y luego atravesó la pared.
El espectáculo que vio del otro lado era maravilloso, una gran habitación iluminada y un jardín lleno de aire y luz. Dirigiéndose al jardín chocó contra algo transparente. Miles de veces chocó y después de cada uno de ellos cayó inconsciente al suelo.
Poco a poco se dio cuenta de que había algo muy misterioso que le impedía alcanzar el exterior.
La mosca azulada empezó a buscar un hueco en el cuarto…
Información extraída del Libro Retorno a la luz, La cualidad de la experiencia es conciencia, cuando ves una luz en la cualidad luminosa está la conciencia, la luz no existe ni afuera ni adentro, no existe como fenómeno físico en el espacio, lo que existen son una serie de ondas electromagnéticas o cambios fotónicos, tampoco existe la luz en la actividad cerebral, como luz en esa cualidad perceptual es conciencia.